Comentario
Más radical que Louis y Noland aún es la postura de Ad Reinhardt (1913-1967), a quien Harold Rosenberg definió como "el monje negro de la cruzada contra el expresionismo abstracto". Reinhardt, abstracto desde el principio, va por un camino muy semejante al de Newman, buscando el máximo despojamiento y reducir la pintura a lo esencial. Esas son las razones de que su paleta se reduzca al color negro definitivamente en 1953 -sólo con levísimos matices apenas perceptibles y opte por el formato cuadrado, que considera neutro, sin forma. Reinhardt no quiere hacer una pintura atractiva ni seductora -eso son trucos-, sino una pintura rigurosa, neutra y ascética, plana, sin huellas del artista -las protagonistas del expresionismo abstracto-, ni siquiera del pincel, sin espacio, y sin nada que ver con cualquier cosa ajena a la propia pintura. "Estoy haciendo -decía- las últimas pinturas que se pueden hacer". Este punto extremo, su interés por la forma pura, el vacío y la repetición le colocan en el camino del minimal.Ellsworth Kelly (1923), americano, vivió en Francia hasta 1954 y tenía una gran admiración por las obras de los últimos años de Matisse, los gouaches de papeles recortados, hechos a base de muy pocos colores puros y de formas muy sencillas. En esa misma línea se desarrolla su obra en los años sesenta, pero prescindiendo de la figuración y acentuando los cortes, que organizan campos de color geométricos, divididos por contornos duros. Spectrum III, de 1967 (Nueva York, MOMA), es una obra compuesta por trece paneles verticales de un color diferente cada uno, que forman el espectro y que se yuxtaponen uno al lado de otro. Colores puros, brillantes, sin matices, líneas rectas, superficies planas y ninguna huella del artista.El que lleva más lejos el proceso de reducción y adelanta con ello lo que será el arte minimal es Frank Stella (1936). Su investigación se hace radical a partir de 1959 y con él el cuadro asume plenamente su condición de objeto, sin más. Stella prescinde de cualquier ficción, y simplemente repite la forma del lienzo en el interior; son los bordes de la tela los que rigen la construcción del cuadro. Las bases del minimal están en sus obras y en sus palabras: "La única cosa que espero que se saque de mis pinturas es lo mismo que yo saco, que se puede ver todo sin confusión... Todo lo que hay que ver es lo que se ve". Con esta afirmación Stella pone fin a la idea ilusionista del arte, al trompe l'oeil que, de un modo u otro, se venía manteniendo; ya no hay confusión posible, ni hace falta buscar mitologías colectivas o privadas, segundos y terceros significados en los cuadros; simplemente hay que mirar. "Todo lo que hay que ver es lo que se ve". No hay más.